La cápsula endoscópica es una prueba digestiva que permite visualizar exhaustivamente y de una forma mínimamente invasiva el intestino delgado. Está especialmente indicada para el diagnóstico de las hemorragias digestivas de origen oscuro, enfermedad de Crohn, enfermedad celíaca, tumores en el intestino delgado, síndromes de poliposis gastrointestinales y de síndromes malabsortivos de origen desconocido. No puede tomar biopsias ni hacer terapéutica, pero diagnostica y localiza de forma aproximada las lesiones dentro del tubo digestivo, facilitando así su tratamiento.
Para la realización de esta prueba digestiva, el paciente tendrá que ingerir esta cápsula endoscópica que lleva incorporadas una minicámara y una fuente luminosa, que le permitirán tomar imágenes de todo el trayecto, desde la boca hasta su posterior expulsión por el ano a las 24-48 horas. Sus dimensiones son reducidas (26 x 11 mm), lo que facilita su deglución con un poco de agua. Las imágenes que va realizando la cápsula (2 imágenes por segundo) se quedan grabadas en un receptor de video que el paciente llevará adherido a la cintura durante las 8-10 horas, aproximadamente, que dura la exploración. Durante todo este tiempo se podrá mover con libertad y realizar su rutina diaria. Para que las imágenes sean claras y permitan un diagnóstico preciso, es necesario realizar una preparación previa para que el aparato digestivo esté limpio. El desplazamiento de la cápsula por el tubo digestivo sigue a los movimientos peristálticos gastrointestinales fisiológicos.
Una vez terminada la exploración, el equipo receptor de video debe ser entregado al especialista en gastroenterología que le prescribió la prueba, para que pueda procesar informáticamente las imágenes grabadas (50.000) y realizar el diagnóstico.
Una vez concluida la prueba, el paciente eliminará la cápsula, que es desechable, por el ano de forma natural sin sentir molestias durante su expulsión, dado su reducido tamaño.